(Sristi) Ruth llevó un poco aparte a Sristi y le dio algo envuelto en plástico. —Sristi, no creo que la vuelva a ver. Pero quiero darte un regalo. Aun si no lo lees ahora, guárdalo. Más tarde, cuando seas adulta, puedes leerlo.

Sristi vivía en una choza de bambú en un campamento de refugiados en Nepal. Asistía a la escuela del campamento, jugaba con las amigas e iba de acá para allá tras el hermanito enérgico. Cada mañana, la mamá de Sristi ofrecía incienso a una diosa hindú e hizo sonar una campanilla especial de adoración.

Un día Sristi abrió la Biblia que le había gegalado Ruth. Allí en el primer versículo, encontró una sorpresa especial. Sristi y la mamá comenzaron a aprender del Dios de la Biblia. ¿En verdad era mejor este Dios que los dioses hindúes?